Uno de los temas que más se comenta en el mundo del deporte es el de la motivación en los atletas. Los entrenadores tienen en teoría la responsabilidad de motivar a sus dirigidos para que su consistencia en el entrenamiento y la disposición en la competencia sea superlativa. Ante la premisa anterior, surgen los siguientes interrogantes: ¿Dicha responsabilidad depende únicamente del entrenador?, ¿El entorno familiar y cultural influyen en la motivación de los deportistas? ¿La motivación es un proceso innato en el ser humano y los deportistas se deben motivar solos? Antes que nada, es importante reconocer que la motivación es una palabra que deriva del latín motivus o motus que traduce causa del movimiento, y es uno de los temas de estudio más analizados por las corrientes de las ciencias de la salud aplicadas al deporte, especialmente la psicología deportiva.
Para comenzar a abordar las preguntas en cuestión, estudios realizados por Richard Ryan y Edward Deci de la universidad de Rochester en los Estados Unidos, datan de la motivación como una metateoria organismca en función de la autorregulación de la conducta y el desarrollo de la personalidad y, sugieren, además, que puede ser estudiada desde dos espectros definidos: La motivación intrínseca y la motivación extrínseca. Parafraseando a Ryan y a Deci, estos autores identifican que la base de la motivación en el ser humano esta sostenida en tres necesidades psicológicas innatas –La necesidad de la autonomía, la necesidad de ser competentes y la necesidad de socializar-, pero, además de esto, arguyen que para estudiar la motivación no se analizan los dotes biológicos o las causas de la motivación, sino que generan una indagación subyacente de los factores sociales y ambientales que favorecen o generan tendencias antagónicas a la motivación manipulando las variables del contexto para el posterior análisis de las manifestaciones de la conducta. Dichas investigaciones dan lugar a lo que es considerada la teoría de la autodeterminación (TAD), la cual utiliza métodos empíricos en los que se genera énfasis en la importancia del desarrollo del potencial interno en los recursos humanos y el bienestar mental de las personas.
Con lo anterior, se puede reflejar un marco comparativo entre las dimensiones de motivación intrínseca y extrínseca. La primera, ofrece un panorama autentico, de interés y confianza en el compromiso con el crecimiento personal. Y la segunda, un enfoque dado al movimiento de las presiones sociales, así como de condicionamientos del entorno. Con este escenario paralelo, la TAD permite identificar que, la búsqueda pedagógica por parte de los formadores debería permitir que, en un plano ideal, la motivación intrínseca pueda tener un protagonismo marcado, no solo en el espectro del rendimiento deportivo, sino a nivel integral de los atletas, pero sin dejar de reconocer que también existen factores externos para la motivación.
Volviendo a las necesidades psicológicas innatas, los estudios realizados por Ryan y Deci han demostrado que la motivación intrínseca también requiere de condiciones de refuerzo y apoyo por parte del entorno de la persona, ya que si bien, la dimensión interna es conducida por el deseo, el compromiso, la novedad y la auto exigencia, las implicaciones del ambiente tienen una significación reconocida para que la motivación intrínseca pueda florecer. En este punto, conviene resaltar que la socialización como necesidad psicológica favorece los procesos internos de la vida mental.
Existe una sub teoría dentro de la TAD que Ryan y Deci denominaron en 1985 la teoría de la evaluación cognitiva (TEC), la cual plantea que las circunstancias del entorno y del fenómeno social son las que, en definitiva, favorecen o entorpecen a la motivación intrínseca. La TEC, genera el grueso de su estudio en las necesidades de autonomía y de competencia; en función de estudios de laboratorio y de experimentación social, se dio a conocer que si los factores del constructo del entorno eran favorables a la competencia, las personas experimentaban altos niveles de motivación intrínseca, pero, además, se evidencio también que el hecho de sentirse competentes, no terminaba de favorecer los procesos internos si no estaban acompañados de la posibilidad de experimentar autonomía. Dichos estudios también demostraron que las recompensas tangibles no podían favorecer a la motivación intrínseca, ya que, se disminuía considerablemente la autonomía de los sujetos, debido a que dichas expectativas de recompensas se vinculaban a condicionamientos en función de un resultado en específico y no en la experimentación de sensaciones agradables o de reto por una actividad en sí misma. Por otra parte, las investigaciones demostraron que las amenazas y las presiones también son un medio para desfavorecer las condiciones de motivación intrínseca, ya que se genera un contraste marcado en el reconocimiento de sentimientos y búsqueda de la excelencia en las personas.
Otro de los descubrimientos importantes de estas investigaciones, demostró que, en los entornos pedagógicos y familiares donde se generaba un escenario muy controlador, las personas experimentaban perdidas notables en la iniciativa de sus conductas hacia actividades específicas; por el contrario, en un marco donde padres y educadores que favorecen la autonomía en relación a los que experimentan exceso de control, se evidencian niños y adolescentes intrínsecamente más motivados. Estos hallazgos, se reflejaron especialmente en actividades de naturaleza deportiva y artística.
A pesar de que la motivación intrínseca es fundamental para el bienestar mental, la motivación extrínseca se vuelve fundamental a la hora de abordar los factores ambientales y sociales que influyen directamente en la TAD. La sub teoría para la motivación extrínseca según Ryan y Deci se llama la Teoría integrada organismica (TIO), y data de la caracterización de las conductas presentadas por las personas a la hora de evaluar la motivación extrínseca. Las preguntas más importantes en estos estudios se dieron para responder la manera en que la motivación extrínseca se adquiere. Lo primero, es el proceso de internalización, el individuo recibe la información que substrae de la interacción con el entorno y le da aceptación; el siguiente proceso es el de integración, en el cual dicha información es guardada y alineada con la estructura ética de la persona para proyectar conductas y comportamientos determinados del yo. Es importante aclarar en este punto, que la diferencia más notoria entre la motivación intrínseca y extrínseca es que la primera, tiene una naturaleza impulsada a los deseos innatos de realizar una actividad en sí misma, y la segunda pretende la búsqueda de un resultado esperado.
La TIO se compone en 4 comportamientos percibidos en los experimentos de laboratorio y de practica social. El primero de ellos, es la regulación externa, la cual sostiene que la persona es movida a realizar determinadas actividades en función de la satisfacción externa al individuo. Este primero tipo de motivación extrínseca es la menos autónoma de todas y se generaron sus descubrimientos en función de lo que en el conductismo se conoce como condicionamiento operante. El segundo tipo de regulación es la introyección. La regulación introyectada es gestionada de manera intrapersonal, pero está en función de comportamientos en función del ego, la demostración de valía ante determinados tejidos sociales, o para evitar los sentimientos de culpa y ansiedad. En general, la introyección se encuentra como una parte externa del yo. Según los teóricos, la regulación externa y la introyección en combinación, generan lo que se conoce como la motivación compuesta controlada.
El tercer componente, es un tipo de motivación más autónoma, y es la identificación. El individuo le genera un valor de forma consciente a los comportamientos y a las metas. Este tipo de regulación, termina siendo percibida con aceptación y se incorpora de manera importante a la persona. Y la cuarta forma es la que se considera la más autónoma de todas y se conoce como la integración, es la regulación donde la persona asimila totalmente las variables percibidas por el entorno. Además de esto, dicha integración, se alinea con la estructura de valores de la persona y se percibe de manera espontánea la realización de actividades en función del objetivo concreto. Estos últimos dos tipos de regulaciones son más aproximados a la autonomía del individuo. Quiere decir que la motivación extrínseca es muy relevante para la persona y no se identifica la necesidad de perder la autonomía en la toma de decisiones. Por el contrario, las investigaciones demuestran de manera contundente que, el ejercicio social y las variables del entorno se vuelven indispensables para una vida mental plena y que pueden ser asimiladas sin perder la consciencia plena del yo.
Los padres de familia y los formadores del deporte pueden aprovechar la TAD en función de la cobertura de las necesidades psicológicas innatas de los deportistas por medio de un escenario social adecuado, dando una carga menos significativa al control y a la presión por resultados tempranos en los procesos. Para completar, es importante reconocer que la autonomía no funciona como aislamiento social según la TAD. Investigaciones realizadas demuestran que, la autonomía se ve más favorecida con el ejercicio social que con la soledad y el aprendizaje se ve notoriamente estimulado ante un entorno de constructo en sociedad y un ambiente facilitador de las experiencias positivas para las personas en ausencia de la espera marcada de recompensas tangibles o presiones psicosociales.
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